Quién sabe Marta por GEOTEATRAL


Quién sabe Marta - Crítica
Un lenguaje plural para una mujer plural. Obra escrita y dirigida por Francisca Ure, con gran elenco. Critica de Bettina Girotti.




Marta es una mujer singular. Ropa (como mínimo) dos talles más grande, enormes anteojos y un gorro que, más que accesorio, es inextirpable. Pero ella es también una mujer bastante plural: esa singular Marta es en realidad varias Martas, o, por lo menos, siete diferentes versiones de ella. Todas son aquella Marta anteojuda, aunque no todas son la misma. Todas comparten esa capa superficial de anteojos-gorro, pero desvanecida esa fachada, cada una de ellas es otra. Como dice su autora “tan simple como eso. Tan complejo como eso”…
Todo comienza con una proyección en la que vemos a las diferentes Martas. Acto seguido, una entrevista laboral en la cual estas siete versiones, dispuestas en línea recta enfrentando al público, contestan, algunas veces alterándose, otras repitiéndose y otras hasta superponiéndose, lo que podríamos llamar “preguntas  típicas”. Y como Marta es una mujer singular, las extravagancias deberán trastornar el normal desarrollo de la entrevista ¿O acaso en estos casos es común preguntar al entrevistador si uno se debe sacar el sombrero? ¿Y traer su propia silla? Con el final de la entrevista se inaugura una nueva vida para Marta, una marcada por el ritmo de los viajes en subte hacia el trabajo (llevando la propia silla, claro) y el etiquetado constante de chanchitos. Pero la rutinaria y monótona vida laboral se ve alterada por un incidente en el archivo con el nuevo empleado. A partir de allí, Marta decide dar parte de enferma, cambiando aquel mundo “normal” por su(s) propio(s) mundo(s), tan seguros como absurdos frente a ese otro mundo. Es así como comienzan a desfilar por escena estas siete versiones de Marta: una Marta pajarito, una conejo, otra pescadito, una reina de Corazones, entre otras, interpretadas, cada una de ellas, por Laura AneyvaInés CejasCinthia GuerraClarisa Hernandez,Nadia MarchioneLuciana Sanz y Sol Tester.
A lo largo de Quien sabe Marta nos encontraremos con infinitas alusiones a la infancia, desde canciones como aquella que cantaba el deshollinador de Mary Poppins o como “El mundo del revés” de María Elena Walsh, hasta la famosa reina de corazones, corona y risa estrepitosa incluida, de Alicia en el País de las Maravillas. El mundo de las Martas es mucho más colorido y divertido que aquel monótono del que Marta (alguna de ellas o todas ellas) intenta escapar. El de las Martas es un mundo de maravillas, o mejor dicho, una versión propia del país de las maravillas de Lewis Carroll…

Pero este singularísimo personaje no podría desplegar todos aquellos mundos absurdamente fantásticos por si mismo y es aquí donde entra a jugar un aliado, el proyector. El uso que se hace de éste, es uno de los elementos más interesantes y sobresalientes de la obra. Las proyecciones funcionan, en primer lugar, a modo de apertura mostrándonos a las diferentes Martas en la calle, cada una con su correspondiente silla. Pero también, se transforma en un recurso escenográfico, ya sea proyectando un espacio que podríamos llamar real, el de su habitación, así como también uno imaginario que da cuenta de los ambientes que envuelven a cada una de las versiones. Al mismo tiempo, la utilización de esta herramienta inaugura un nuevo nivel en la escena dando lugar al juego entre las sombras generadas por el proyector y los cuerpos allí presentes. El proyector llega así a ser un personaje más en la puesta de Francisca Ure, una puesta en la que la confluencia de los lenguajes audiovisual, musical y teatral genera un espectáculo que oscila entre lo surrealista y el absurdo.

Y ya que la de Marta no es una única voz, sino múltiples voces que se esconden bajo una misma fachada de gorro y anteojos, resulta lógico (por lo menos dentro de lo que su absurdidad permite) que una obra sobre ella recurra a diferentes “lenguajes” para canalizar esta variedad. La autora y directora de la puesta, cuenta no sólo con siete excelentes actrices que encarnan a las diferentes versiones, sino también con el gran trabajo de Sol Soto en el diseño de la escenografía y el vestuario, de Dalmiro Zantleifer a cargo de las animaciones y de Martín Berra encargado de la realización audiovisual. Y ya que la de Marta no es una única voz, habrá que escucharlas, y (¿por qué no?) disfrutarlas a todas.

Bettina Girotti
bettina@geoteatral.com.ar
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