MARTA DESPIDE EL AÑO CON FUNCIONES EN SANTA FE!!!!!



Atención santafecinos!!!!
"Quién sabe Marta" hará función el jueves 9 de diciembre a las 21.30hs en LOA PROARTE, espacio para la cultura, recientemente inaugurado en la Ciudad de Santa Fe en la calle 25 de Mayo 1867.
LOA, espacio inaugurado el pasado 3 de septiembre, se propone como un lugar de confluencias, de cruces, de reflexiones, un espacio para la generación de expresiones artísticas. También se intenta ofrecer una alternativa puntual al quehacer cultural, brindando propuestas originales, desarrollando un plan de acción que comprenda las actividades más significativas de la cultura.
A partir de las instalaciones que la Asociación Gremial Médica de Santa Fe posee en su edificio de calle 25 de Mayo 1867, se llevó adelante la gestión y administración de este espacio que cuenta con múltiples posibilidades estructurales, para lograr un rápido reconocimiento en la sociedad.
Y no terminamos ahí!!!!! 
El viernes 10 de diciembre a las 21.30hs estaremos en San Carlos Centro, a 38 km de la Ciudad de Santa Fe, para hacer una función en la ciudad que vio nacer a nuestro queridísimo Martín Berra, integrante del equipo y responsable de los audiovisuales de Quién sabe Marta.  Allí estaremos, en el Centro Municipal de Actividades Culturales (Wuthrich N° 027).


A todos los que anden por ahí, los esperamos!!!!!


MARTA EN LAS 12 (suplemento de Página 12)

VIERNES, 26 DE NOVIEMBRE DE 2010   
TEATRO

Marta en el país de las maravillas


Con funciones desde el mes de mayo, Quién sabe Marta se instaló en la escena con una historia que recorre el imaginario de una mujer a través de una estética que remeda universos infantiles.

 Por Sonia Jaroslavsky
Marta se despliega con ritmo coreográfico a través de siete actrices: Clarisa Hernández, Sol Tester, Cinthia Guerra, Laura Aneyva, Nadia Marchione, Luciana Sanz y María Florencia Savtchouk. Cada una de ellas atesora un poco de lo que Marta es. Una Marta vieja tortuga o la Marta romántica globo. Por qué no una Marta entusiasta flor o decepcionada sirena o la Marta solitaria niña. También ingresa la Marta caliente pájaro o la soñadora conejo. El mundo interno de Marta es muy rico y promete el ingreso a cuartos multicolores, viajes soñados, tal vez, como un modo de escapar a esa cotidianidad irritante de un 9 a 18 puntual de oficina.
La obra se concentra en el conflicto de una mujer con ella misma, más que con su entorno. Para poner el foco en las contradicciones de Marta, la escena se nutre del universo de Alicia en el país de las maravillas o Mary Poppins, pero con un golpe a tierra, gracias a palpitantes canciones como “Los siete enanitos” en versión del grupo punk vasco La Polla Record, Los Ramones, Talking Head o Blind Melon. Cada una de las melodías elegidas vuelve intensos cada momento que vive esta mujer de anteojos gigantes, gorrito de invierno, pollera debajo de la rodilla y medias que cubren el resto de las piernas sin dejar nada al descubierto.
Francisca Ure, directora y dramaturga de este espectáculo, sostiene que si bien no estaba saturada de ver realismo en los escenarios observaba la necesidad de “jugar más” y de “darle prioridad a lo estético dentro del juego”. Para ese propósito la técnica del clown fue una de las llaves: “Por su manera presente y libre de encontrar imagen en la acción”. Los rubros escenografía y vestuario (Sol Soto), animación (Dalmiro Zantleifer), audiovisuales (Martín Berra) y fotografía (Giampaolo Samá) se conjugan en su justa medida contribuyendo a crear las fantasías o delirios que llevarán a que Marta paradójicamente parezca tomar finalmente las riendas de su propia vida. Porque Marta es una mujer que está muy sola, comenta Francisca –hija del maestro Alberto Ure– y continúa: “Cuánto más contacto tiene Marta con la gente, más confirma su deseo de abstraerse del mundo. No se halla en la mirada de los demás porque siente que no existe. No por eso está triste, más bien todo lo contrario. Se siente mucho más feliz vagando en su cabeza. Puede ser reina, bailarina, verdulera, pájaro o cualquier cosa que se le cruce por la mente. Creo que por eso aparecieron como influencias Lewis Carroll o Mary Poppins, son materiales que les permiten a los personajes viajar por mundos de imaginación irresistibles, preferibles a la realidad”.
Desde el comienzo del proceso creativo, Marta fue parida como un personaje fragmentario. “Nos largamos a ensayar –cuenta la directora– sin saber para dónde íbamos. En una primera etapa ni tocábamos los textos: bailábamos e improvisábamos tratando de poner todo el énfasis en el cuerpo. El vestuario fue una de los lenguajes que más hizo crecer este proyecto, porque entendí y confirmé, la manera en la que, por ahora, quiero trabajar: no me gustan los vestuarios ni las escenografías como agregados que uno tiene que montar dos semanas antes de estrenar: la mayoría de las veces son un implante y quedan como algo externo al personaje o a la obra.”
Si bien la joven directora no se propuso plantear “un tipo de mujer” con esta obra, el hecho de abordar personajes femeninos la enfrentó a la pregunta si es interesante abordar un trabajo desde la cuestión de género. “Con lo que más me identifico como mujer con el personaje es con su constante necesidad de hacer/hacerse preguntas”, confiesa Ure pensativa.
Quién sabe Marta. Sábados 21 y 23 horas. Hasta el 4 de diciembre inclusive. Huella Teatro. Av. Medrano 535. $30. Reservas únicamente a través de www.alternativateatral.com
Compartir: 
Twitter
  

Quién sabe Marta en La Nación!!!!!!!!!!!


La amplia paleta de colores de la mujer

Siete actrices dirigidas por Francisca Ure

Calificación LA NACION: 

Domingo 17 de octubre de 2010 | Publicado en edición impresa 

La amplia paleta de colores de la mujer
Quien sabe Marta. Textos y dirección: Francisca Ure. Intérpretes: Clarisa Hernández, Sol Tester, Cinthia Guerra, Laura Aneyva, Nadia Marchione, Luciana Sanz y María Florencia Savtchouk. Escenografía y vestuario: Sol Soto. Realización audiovisual: Martín Berra. Animaciones: Dalmiro Zantleifer. Iluminación: Omar Possemato. Música: Santi Lesca. Coreografía: Vanina Montes. Huella Teatro, Medrano 535. Sábados, a las 21. Duración: 60 minutos.
Nuestra opinión: muy buena
¿Por qué Marta tendría que enfrentarse con el exterior si su mundo interior bulle deliciosa y descaradamente? Este ser -en apariencias frágil, lastimado y dolido- estalla en mil facetas cuando vuelve a refugiarse en su propio país de maravilla.
País en donde se permite desplegar sus caras, sus seres interiores; hay Marta para todos los gustos, está la soñadora, la inocente, la rebelde, la sumisa, la sexual, la desquiciada... y más, tanto más que se podría volver a empezar la caracterización eligiendo tonos más sutiles.
Francisca Ure es la dramaturga y directora de esta belleza repleta de colores antojadizos y alocados en la que se permite jugar (nunca mejor usado este término) con sus siete actrices, quienes interpretan esas distintas Marta. Todas visten gorros, enormes lentes, medias tres cuartos y polleras. Todas se sientan en banquitos mínimos. Todas bailan y cantan. Es que la propuesta de Ure se va desdoblando y multiplicando hasta dejar boquiabiertos a los espectadores. La propuesta es enorme en búsquedas y hallazgos, y pequeña en dimensiones (el teatro Huellas es muy pequeño, caben apenas 30 espectadores). A estas ocho mujeres no les hace falta más para desentrañar un universo sensible que no hace más que poner en escena lo difícil que es, simplemente, ser.
En Quién sabe Marta no sólo hay buenas ideas sino un equipo creativo que responde sobradamente bien en cada rubro. Tanto es así que todo el trabajo interpretativo de las actrices está apoyado en realizaciones de video, de animaciones y una musicalización impecables. Lo mismo sucede con el vestuario que en algunos casos es definitivamente un plus a lo que sucede en escena. Es como si se tratara de contrarrestar lo insignificante que ella se siente frente a otro.
El elenco es muy parejo en un gran nivel, cada una de estas mujeres le aporta una particularidad tremendamente querible (en casi todos los casos) a esta Marta que construyen entre todas. Si hay que elegir, uno se podría quedar con la Marta Pajarito y con la maravilla que termina siendo la Marta Pez.
Verónica Pagés 

Las fantasías de las mujeres que nos habitan (crítica en Luna Teatral)

Por Azucena Ester Joffe y María de los Ángeles Sanz
www.lunateatral.blogspot.com


No cuentes lo que hay detrás de aquel espejo,
no tendrás poder
ni abogados, ni testigos.
Enciende los candiles que los brujos
piensan en volver
a nublarnos el camino.
Estamos en la tierra de todos, en la vida.
Sobre el pasado y sobre el futuro,
ruinas sobre ruinas,
querida Alicia.

 
Azucena Ester Joffe, María de los Ángeles Sanz


El espacio se abre al espectador atravesando sus sentidos desde el sonido y la mirada; la pared pantalla de frente a la platea introduce a los personajes desdoblados de la personalidad de Marta, cuya fisonomía diferente alude sin embargo, a una forma de individualidad alejada de lo estentóreo; las muchas Martas que habitan son distintas pero todas ellas se muestran desde el exterior, desde el disfraz para enfrentar la vida, de una manera austera, desprovista de sensualidad. Sin embargo, los sueños y las fantasías que hilan un recorrido expresado desde el expresionismo, el surrealismo e inclusive algunos elementos del teatro pánico que creara por los sesenta Fernando Arrabal, Roland Topor y Alejandro Jodorowsky1; van descubriendo todas las facetas de sus deseos, ayudando al personaje a encontrarse con lo negado, lo prohibido, lo silenciado. El personaje de Mónica, en el espacio virtual, que representa la autoridad, que reprime el vuelo de libertad que se anhela, es el fantasma de la sociedad que impide que un ser se exprese en su totalidad, dejando de ser entonces sólo la cáscara que lo recubre. Los siete monólogos, siete facetas de una única identidad, se construyen desde el humor, la música, la coreografía, y la alternancia con los diferentes niveles de voz, que marcan estados de ánimo, frustraciones, amores no correspondidos, deseos ocultos. La intertextualidad con Lewis Carroll y su Alicia en el país de las Maravillas, se pone en abismo cuando desde el sonido aparece la canción de Charly García, Alicia en el país, las coreografías de Marta Pajarito y Marta conejo y con la aparición de Marta convertida en la sangrienta Reina de Corazones. Como en un espejo2 que multiplica las imágenes, a su vez duplicadas por la pantalla, las posibles Martas recrean no ya el aspecto épico de una historia, sino en pleno siglo XXI, la modesta epopeya del heroísmo de atravesar la vida cotidiana sin perecer en el intento, y tratando de lograr evadirse del tedio, de la rutina, del amor circunstancial, de la soledad. Siete actrices, como siete son los días de la semana o los colores del arco iris, pero un solo personaje construido a partir de la representación repetitiva, siete voces que dilatan artificiosamente el espacio y el tiempo del relato. Marta es miope pero no quiere decir que no vea, sino que ve de otra forma, desde una corporeidad que es absolutamente femenina. Cuerpo de mujer atravesado por las fantasías infantiles –los siete enanitos de Blancanieves,  Mary Poppins,…, por los deseos de la virginidad en ciernes y por los sueños de una maternidad plena. La puesta en escena tiene “perfume de mujer” y todas estas Martas nos llevan a preguntarnos cuál es la verdadera diferencia entre un hombre y una mujer, más allá de la dimensión física. La respuesta se impone: la posibilidad de que pueda emerger según la circunstancia cualquiera de las diferentes formas de posicionarse en el mundo simbólico. El ritmo escénico es vertiginoso, a través del cuerpo de las actrices -con su gestualidad, sus tonos y sus desplazamientos- y de la textura musical se construye un sentido polifónico -de voces con ritmos diferentes pero de similar importancia: corporeidad femenina posmoderna. Fragmentación también subrayada desde el vestuario, la escenografía y, en especial, desde el texto dramático. Fragmentación que provoca los espacios necesarios para que el espectador pueda construir su propio discurso, que se involucre, que accede a la construcción de sentido y que permite el entramado lúdico de una puesta desde lo real maravilloso.






Quién sabe Marta de Francisca Ure. Elenco: Clarisa Hernández, Sol Tester, Cinthia Guerra, Laura Aneyva, Nadia Marchione, Luciana Sanz, María Florencia Savtchouk. Diseño de escenografía y vestuario: Sol Soto. Realización de vestuario: Carolina Yoro, Sol Soto. Diseño de iluminación: Omar Possemato. Dirección: Francisca Ure.










 



1 El teatro Pánico, (Pan del dios griego, mitad hombre mitad animal) se caracteriza por el uso de lo grotesco, por la fusión de elementos contrarios, por la búsqueda del impacto y del escándalo en el espectador, su carácter psicodramático, la acentuación de los componentes sádicos, el humor y su negritud, lo ceremonial, y el trabajo con el tabú que conduce a la perplejidad del personaje y del espectador. El surrealismo de la puesta comparte con el Pánico las fijaciones y las imágenes de lo onírico, lo que aflora del inconsciente de Marta que se realiza en el presente de la representación, y del expresionismo la exaltación de las pasiones, la fragmentación de un relato, la búsqueda del límite en la construcción del personaje. Pero lo que aúna las tres poéticas mencionadas es el aspecto lúdico de la puesta que juega desde el lenguaje de la oralidad como desde lo gestual y corporal en su totalidad con el recuerdo de la libertad soñada en una infancia de cuento donde todo parecía posible, y a donde se quiere retornar como una edad dorada y perdida. 

2 Como la Alicia de la novela de Carroll, la Marta de Francisca Ure admite más de una fisonomía, todas podemos ser Marta, como la necesidad del personaje de salirse de los corsés victorianos abarca a más de una Alicia. Se dice:cuenta la leyenda que el escritor envió al ilustrador una foto de Mary Hilton Babcock, aunque no hay pruebas que lo demuestren. Pero las ilustraciones no dejan lugar a la duda: Alice Liddell, la verdadera Alicia que inspiró los libros de Carrol, tenía el pelo negro y corto y llevaba flequillo, mientras que la Alicia de las ilustraciones, la de Tenniel, a pesar de estar dibujada en blanco y negro, lleva una melena larga, sin flequillo y aparentemente rubia. Lo cierto es que Carrol puso énfasis en el intricado argumento de su novela y en definir con precisión la personalidad de sus personajes dejando un lado las descripciones exhaustivas de la apariencia física de Alice y sus compañeros de viaje. Esta licencia que se permitió el escritor ha llevado a que todas y cada una de las Alicias que se conocen encajen a la perfección en el papel de la protagonista.