¡¡Nota en Página 12!!

FRANCISCA URE HABLA DE SU OBRA QUIEN SABE, MARTA



“Voy hacia el teatro del absurdo”

La actriz y directora, hija de Alberto Ure, propone un montaje que integra lenguajes diversos, demás de conjugar influencias de todo tipo, desde Cortázar hasta los Ramones. “Es una obra que pasa en la cabeza de la protagonista. Es pura fantasía”, dice.


Por Cecilia Hopkins
En Quién sabe, Marta, de Francisca Ure, aparece un personaje que es uno y muchos a la vez. Constituida por siete mujeres singulares, Marta tiene, a pesar de eso, una sola convicción: llegar a ser ella misma. “¿Quién quiere ser Alicia si se puede ser la Reina de Corazones?”, podría ser el lema de este personaje que se fragmenta y recompone como los cristales dentro de un calidoscopio. Dirigida por la propia autora, la obra puede verse los sábados en Huella Teatro, de Medrano al 500, interpretada por Clarisa Hernández, Sol Tester, Cinthia Guerra, Laura Aneyva, Nadia Marchione, Luciana Sanz y María Florencia Savtchouk. “Las personas no tienen un solo vértice”, afirma Ure en una entrevista con Página/12. “En la obra hablo del deseo de ir al paraíso, de ir al encuentro de lo que está por venir, algo que se manifiesta con mayor fuerza en la juventud”, describe la autora y directora, y concluye: “Marta tiene el coraje de llevar sus deseos e ideas adelante, tiene la valentía de renunciar a la vida socialmente establecida como correcta”. Por su parte, el montaje tiene la virtud de integrar lenguajes diversos (tanto en lo actoral como en lo audiovisual), además de conjugar influencias de todo tipo: “Están Ella Fitzgerald, Lewis Carroll y Juana Molina –enumera Francisca–, pero también los Rolling Stones, Manu Chao y los Ramones, mucho Julio Cortázar y también Mary Poppins y su universo de fantasía”.
Hija del director teatral Alberto Ure, la actriz y directora resume así sus primeros contactos con el mundo de la actuación: “Toda la infancia fui a los teatros a ver ensayos con mi viejo –recuerda–, pero fue recién a los 10 años, en las grabaciones de Montaña rusa, cuando linkeé y me di cuenta de lo que él hacía. Claro: ahí estaban todos los famosos”. Poco tiempo después, en 1997, su padre sufrió el accidente cerebrovascular que, hasta el momento, lo mantiene “alejado de todo y de todos”. Francisca resume: “Después de eso se dejó de hablar de teatro en casa. Papá tenía una presencia tan fuerte que su silencio pesó mucho más”. Fue por eso que su familia se sorprendió cuando ella anunció que iba a dedicarse a la actuación. Había vuelto a contactarse con su maestra de teatro de la escuela secundaria, el Cangallo Schule, a la búsqueda del placer de generar juego teatral. Luego vinieron sus estudios de Ciencia Política y su paso por la escuela de Alejandra Boero. Ahí fue donde el apellido comenzó a pesarle: “Yo veía que generaba algún recelo y sentía, además, que se esperaba mucho de mí”, recuerda hoy junto con la advertencia que le había hecho su padre por esos años: “Por ser hija mía vas a tener que estudiar el doble”.
Francisca sintió que ya no le molestaba la portación de apellido cuando empezó a asistir a las clases de Claudio Tolcachir, a quien considera su maestro: “El me generó un vínculo muy sano con el teatro, porque detectó que yo tenía un mambo con la racionalidad y, en vez de combatirme eso como trataron de hacer otros, me dijo que la inteligencia es lo que hace fuerte a un actor”. De modo que cuando se desempeñó como asistente de dirección en la puesta que Tolcachir hizo de Atendiendo al Sr. Sloane –obra que Alberto Ure había puesto con éxito en los ’70–, el fantasma de la genialidad del padre ya no le traía pesares. Tanto fue así que colaboró con Cristina Banegas en la selección de escritos que integran Ponete el antifaz, libro que reúne entrevistas y textos teóricos del director, editado por el Instituto Nacional del Teatro. Francisca ya se sentía preparada para dedicarse a la dirección teatral sin abandonar la actuación (de hecho, en estos momentos actúa en Porque todo sucedió en el baño, de Lautaro Perotti, y en La lluvia y otras cigüeñas, de Macarena Trigo). De modo que en 2008 se dio a conocer con Gritos y susurros, sobre el guión de Ingmar Bergman. Pero este año fue por más al animarse a escribir el texto de su nueva puesta. “Esta es una obra que pasa en la cabeza de la protagonista. Es pura fantasía. Sabía que corría un riesgo enorme. Fue por eso que confié en un equipo y así comprobé que es genial hacer uso de la libertad creativa”, concluye. Quienes acompañaron el proceso de creación fueron Sol Soto, en escenografía y vestuario; Martín Berra, en el diseño audiovisual; Dalmiro Zantleifer, en animaciones y diseño gráfico, y Omar Possemato, en iluminación. Ure cree que este montaje suyo tiene lo mejor de sus maestros: “Tiene la intensidad de los entrenamientos con Guillermo Angelelli, la profundidad de Tolcachir, el juego que proponían en la escuela”, enumera.
–Su obra es una rara avis. ¿Cómo la definiría?
–Marta es un delirio. Quería retratar a alguien, pero no quería hacerlo objetivamente porque quería producir un registro artístico. Me pregunté acerca de las cosas que a mí misma me deslumbrarían. Me gusta trabajar mucho con el cine y la pintura, porque las imágenes me conmueven especialmente.
–¿Es por esto que reunió diversas técnicas expresivas?
–Quería hacer algo diferente porque el teatro me estaba aburriendo. Creo que en esta ciudad se estrenan demasiadas obras y esto es dañino para todos. Porque no se piensa que una obra de teatro es una obra de arte y se hacen espectáculos como se hacen chorizos.
–¿Y qué piensa de la dramaturgia?
–También es muy limitada. Se habla de tríos amorosos y de la familia. No hay contenido en las obras que se hacen. Tampoco veo a los actores como artistas, porque no se comprometen con lo que hacen.
–¿Qué clase de actor le interesa?
–Me gusta el actor descentrado, el que sabe transformarse, el que arriesga. Creo que voy hacia el teatro del absurdo. Estoy releyendo Beckett. La fantasía se aniquila cuando siempre se actúa de uno mismo.
–¿Cómo siente el panorama del teatro alternativo?
–Hay una moda de no criticar lo que hacen otros. O de no ver lo que hacen los otros, porque los actores de un estudio suelen no ir a ver lo que se hace en otros. No se genera diálogo y lo que falta es reflexión.
–¿Y como directora cómo es?
–Dirigir saca lo mejor de mí. En eso no soy como papá, que fue tan peleador y polémico. A mí me gusta trabajar en un clima de calma y solidaridad. Me gusta generar confianza. Es superpower que la gente confíe en uno.

Sobre de cuántas Martas estamos hechos

Por Gabriel Peralta - Crítica Teatral


Obra con textos y dirección de Francisca Ure
La estupenda obra Quién sabe Marta, con textos y dirección de Francisca Ure, invita al espectador a pensar en no solo cuantas personalidades pueden llegar a habitar en una persona, sino que también lo pone en el aprieto de aceptar que la mayoría de las cosas que llevamos dentro, muy de vez en cuando asoman a la superficie.
Porque esta vivisección desenfadada, lúdica, irónica y con un humor (por momentos acido) que realiza Ure de Marta, permite mostrar el amplio abanico de sentires, miedos, anhelos, frustraciones y sueños que se encierran en una persona, que al corporizarlos nos da una idea de la intrincada complejidad que es un ser humano.
Lo interesante es como lo dramaturga logra encontrar el delirio desde la mas llana cotidianeidad. Y como directora es admirable como ensambla esos mundos, a través de mínimos corrimientos o, de contundentes quiebres espaciales y temporales, porque no hay que perder de vista que el espectador esta “espiando” el mundo interior de Marta, hecho de materiales tan personales como el de cualquier individuo.
Mucho tiene que ver en la creación de estos mundos personalísimos, el diseño espacial y de vestuario de Sol Soto. Ya que con el primero logra imbricar, como pocas veces, un soporte virtual en que las animaciones de Dalmiro Zantlelifer y el audiovisual de Martín Berra, se conjugan con el hecho teatral vivo, de manera de crear un universo de perfiles propios en donde se suspende todo viso realidad. En cuanto el vestuario, Soto se acopla sin cortapisas al delirio en el desdoblamiento de las diferentes Martas.
La iluminación de Omar Possemato lleva a fijar una atención puntual de lo que sucede en escena.
Las siete actrices que son Marta (en sus respectivas facetas) realizan una labor de excelencia, ya que dotan a cada una de sus Martas de características que las hacen distintas de las demás. El elenco se permite adentrarse en lo lúdico, en un registro de actuación en donde por momentos asoma un guiño grotesco.
De imperdible visión, la obra Quien sabe Marta nos permite encontrarnos con un hecho teatral en que lo lúdico chisporrotea sin tregua, sin por ello dejar de lado la reflexión.

Más palabras sobre Marta

La rima IV del Sevillano conocido como Gustavo Adolfo Bécquer siempre fue una de mis favoritas. Me provoca cierto alivio. Me da la seguridad de que mientras lo desee…a pesar de todo…siempre habrá poesía.
Con el teatro off me pasa algo similar. Siempre que un puñado de personas y sus talentos se den cita en una sala…siempre habrá teatro…y poesía.
Anoche fui a ver ‘Quien sabe Marta’, una obra escrita y dirigida por Francista Ure. Un único personaje…Marta…encarnado por 7 actrices que nos develan una Marta distinta en cada escena. Marta puede ser cualquiera. Marta tiene sus días…como todos. Marta se siente como cualquiera. Marta siente como todos. Marta actúa como cualquiera. Marta reacciona como todos. Marta está formada de momentos…de momentos de todos.
Quien no se identifica con algún momento de alguna Marta es porque simplemente no la conoció. Marta está ahí…al alcance de todos…en el teatro La Huella…en Medrano 535…reservando entradas en el 3528-2848 o entrando a Alternativa Teatral.
Me reí y pensé…alternativamente…simultáneamente.
Muy buena propuesta. Buen libro, buenas actuaciones, un concepto estético logrado…siempre actuando sobre una pantalla que proyecta imágenes que completan la escena de cada Marta. Esos espectáculos en los que sentimos que debemos dejar de aplaudir simplemente porque hay que irse…no porque falten ganas.
Vayan, por favor, vayan. No necesitan que les mande público…agotan todos los Sábados…se lo recomiendo al lector…no saben lo bien que la van a pasar. Busquen a Marta…se van a encontrar a ustedes.
María, voy a volver…
Rima IV
No digáis que agotado su tesoro,
De asuntos falta, enmudeció la lira:
Podrá no haber poetas; pero siempre
Habrá poesía.
Mientras las ondas de la luz al beso
Palpiten encendidas;
Mientras el sol las desgarradas nubes
De fuego y oro vista;
Mientras el aire en su regazo lleve
Perfumes y armonías,
Mientras haya en el mundo primavera,
¡Habrá poesía!
Mientras la ciencia a descubrir no alcance
Las fuentes de la vida,
Y en el mar o en el cielo haya un abismo
Que al cálculo resista;
Mientras la humanidad siempre avanzando
No sepa a dó camina;
Mientras haya un misterio para el hombre,
¡Habrá poesía!
Mientras sintamos que se alegra el alma
Sin que los labios rían;
Mientras se llora sin que el llanto acuda
A nublar la pupila;
Mientras el corazón y la cabeza
Batallando prosigan;
Mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡Habrá poesía!
Mientras haya unos ojos que reflejen
Los ojos que los miran;
Mientras responda el labio suspirando
Al labio que suspira;
Mientras sentirse puedan en un beso
Dos almas confundidas;
Mientras exista una mujer hermosa,
¡Habrá poesía!

Marta en Asalallena

Por Hernán Lewkowicz


Todos los sábados a la noche en un teatro de almagro regresa Marta, con sus miedos, sus inseguridades, su simpatía, su locura. Muchas Martas conviven y nos cuentan la historia de querer querer. Como en una pintura surrealista ellas se mezclan entre sí, como en un cuento de hadas viven las peores cosas y aún así intentan no perder la sonrisa. Marta quiere.

Quiere bailar, cantar, amar, vivir, viajar… Mientras tanto saluda a la verdulera, se enamora, cae por el agujero de Alicia, trabaja, intenta hacer la revolución. Muchas mujeres únicas y una única mujer. 

En un espacio reducido que se agranda gracias al aporte audiovisual, vamos recorriendo distintos escenarios. La obra tiene mucho ritmo y no deja de sorprender en ningún momento. Algunas actuaciones son muy conmovedoras y la dirección de Francisca Ure demuestra un trabajo preciso que les permite a las actrices y al público entrar en caos y poder volver. La historia se desordena a la par de las Martas que se desbordan y entran en otro terreno que no es el cotidiano. Todos los sábados regresan a su teatro para contarnos su historia.  



"Encontrar la magia una y otra vez" - Entrevista a Francisca Ure

Por Romi Amodei - La luna y el arte blogspot

El calorcito de la vocación comenzó un día, en pleno juego, a amasarse en su corazón y un día sin más, todo se convirtió en luz y la puerta del destino se abrió para FRANCISCA URE.

“Durante muchos años el placer pasaba por el trabajo grupal, por juntarme con amigos a ensayar, a buscar. Las clases con Claudio Tolcachir en “Timbre 4”, fueron claves porque ahí se despertó algo que no pude frenar: querer trabajar y trabajar sin parar. 
Después vinieron las funciones y ahí cambió todo, porque si bien el placer seguía siendo el mismo que antes, la exposición y el trabajo que te piden las funciones es otro. La repetición (con: “Porque todo sucedió en el baño”, de Lautaro Perotti, cumplimos dentro de poco 100 funciones) te hace darte cuenta que estudias durante muchos años para eso, para renovarte, para encontrar la magia una y otra vez. Lo que más placer me da es ir caminando al teatro sabiendo que tengo función. Me encanta”.



Empezó a estudiar teatro con Silvina Buzzetti a los trece años: “fueron años increíbles, yo no me daba cuenta que hacía teatro, simplemente iba y me divertía como loca. Teníamos un grupo genial, que si bien iba cambiando con los años siempre se mantenía una energía copada”.

A los diecinueve decide dedicarse de lleno al teatro y a la docencia y se fue a estudiar a Andamio 90. 

Hoy a los veinticinco es actriz, docente de primero a séptimo grado y directora, actualmente dirige la obra: “Quién sabe Marta”. 

Se puede ver los sábados las 21hs en el teatro Huella. Medrano 535. Entradas $25 y con descuento $20. Reservas porwww.alternativateatral.com 



¿De qué se trata Quién sabe Marta?, cómo fue el proceso hasta llegar al público? 
- Quién sabe Marta es una obra que cuenta “algo” de Marta. Digo algo porque lo que cuenta no es su vida, no es su historia, es contarla a ella, a una parte de ella o a todas sus partes, no lo sé. Marta son siete mujeres que representan partes o momentos distintos de esta mujer. 
El proceso fue de mucho trabajo en muy poco tiempo. Llame a las actrices con las que quería trabajar, repartimos los textos caprichosamente y nos pusimos a ensayar. En tres meses teníamos lo que hoy es la estructura de la obra, con las proyecciones y el vestuario. Hicimos un working progress en Diciembre y en Mayo de este año estrenamos.



A tu criterio ¿qué es lo que hace a una buena actriz?
- Me gustan los actores particulares. Me gusta que sean únicos porque eso habla de valentía y el que no tiene coraje no me transmite lo mismo. Ojo, no estoy hablando de que seas un bicho raro eh, sino personal. Me fijo mucho en los ojos de los actores, si los veo en dificultades, si veo que les cuesta, me encanta. Como directora creo que es divertido trabajar entre los dos para buscar cosas nuevas, para romperse la cabeza. Si el actor es generoso, soy feliz.

¿Qué te deja liberar el estar arriba de un escenario?, quién te deja ser?
- Uff… no sé muy bien qué responder. Creo que me pone muy en contacto conmigo. Si estoy en cualquiera la función me pega un cachetazo y si estoy conectada conmigo son muchas cosas las que pueden pasar. Varía todo el tiempo.



Si tuvieras que darle un consejo a alguien que recién comienza la carrera, ¿qué dirías?
- Que se relaje, que hay tiempo para todo. Las cosas llegan solas si uno labura. Yo aprendí en el taller de juegos teatrales cuando era chica a no pedirle nada al teatro y me cuesta sostenerlo. Simplemente darle.

¿Tenés otros proyectos en puerta?
- No, por ahora no. Quiero descansar un poco. Tengo algunos proyectos en mente pero no necesariamente tienen que ver con el teatro. Hasta pienso que necesito unas vacaciones del teatro. Aparecen cosas pero me esta costando mucho pensar en seguir haciendo sin pensar en qué y por qué lo hago.

¿Cuál es tu mayor sueño como actriz?

- Seguir actuando hasta que sea muy vieja. Para eso tengo que llegar a vieja primero jaja.


En busca de la ruta feliz

Por Sandrina Gallego - Criticunder

Calificación: ★★★★ 


La imagen de un film en el recorrido del trasfondo real desde la multiplicidad de Martas, llega a la sala, y una a una en el anhelo del ser nos cuenta de ella, empleada, soñadora, vecina, combativa en amor (el que no mata), tímida, pájaro-bailarina, solitaria, valiente, excitada, reina, cantante a capella, cuasi pez... en flagelo cotidiano, entrevera fantasías a corto plazo.

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En la única piel de juventud de presente-futuro, asfixiado en un sistema, aventura la metamorfosis revelándose a si misma.  Desde el principio las actrices en único personaje son protagonistas del conflicto que sucede en la cuantía de formas en que difiere el "Yo", en la prolifera historia.

Una silla para la transformación, un túnel de Martas, una pequeña escalera de tres grandes escalones que recorre parte del espacio llevando en longitud vertical la escena en cúmulo para la visión de la trama. Toda la dimensión es invadida por ellas y la interactividad de los diferentes recursos para la puesta.

Músicas modernas, coreografías, muchos colores y el guión de la directora-actriz-dramaturga Francisca Ure entrañado en la naturaleza de las cosas, indaga desentramando el rebusque de la vida en sociedad de un personaje que palpa la sencillez de la existencia. Colmada de imágenes y movimientos en la que la realidad del subconsciente trasciende en la disposición de genero artístico (...) y se encuentra intervenida como es de ser, por la pasión, el talento y la nobleza de ley motiv de la cuestión... y nuevamente, ser o no ser?... Quien sabe Marta...?!

"El teatro me enriquece mucho como ilustrador" - Entrevista a Dalmiro Zantleifer

Por Romi Amodei - La Luna y el Arte Blogspot


Un día empezó a investigar el revés de la trama de las ilustraciones y le encantó darse cuenta que no es el talento ni el virtuosismo lo que define a un buen ilustrador.

“Para mi la ilustración tiene más que ver con algo opuesto a esas cosas. Yo cuando ilustro me valgo de mis limitaciones, algunos trabajos los enfrento como un desafío y un aprendizaje y en otros, soy más lúdico e irreverente y me muestro como el “mal dibujante” que soy”. 



Dalmiro creció en Bolívar, provincia de Buenos Aires. Ahí aprendió teatro. 
Luego se vino a la Capital para estudiar Diseño Gráfico en la UBA, continúo haciendo teatro con un nuevo grupo. La carrera finalmente no la terminó. Aprendió muchas cosas a lo largo del camino y entre ellas apareció el mundo de la Ilustración y no dudó en dedicarse de lleno a ella.



“Me gusta mucho trabajar con acuarela porque parece como si el dibujo se hiciera solo. El agua va corriendo por la hoja caprichosamente y el dibujo va apareciendo. Durante un tiempo la obra está viva. Me gusta también jugar a encontrar la esencia de lo que dibujo, si dibujo a alguien me gusta descubrir qué es eso que lo hace diferente de todo el resto y transformarlo en una obra claramente mía pero que tiene eso que distingue al que estoy dibujando. Por último mi musa inspiradora más importante es mi gata Matilde que siempre esta en mi escritorio mientras yo estoy trabajando y a veces hasta hace sus aportes”.





¿Cuál es tu futuro proyecto en el mundo editorial?
- Tengo todo por hacer. Soy como un nene en una juguetería. Tengo algunos textos de amigos que me interesaron y estamos trabajando en darles forma de libro álbum*. Hace dos años que conocí ese concepto en el taller de Mónica Weiss. Ella es mi profesora actualmente y es en parte responsable de que yo me haya empezado a tomar en serio (y no tanto) la ilustración. Desde sus clases, ella me incentivó a la producción como una forma más de aprendizaje, una etapa de trabajo fundamental para tener en cuenta a la hora de plantearse la ilustración como una profesión y un modo de vida.
Por eso si bien me gustaría que las editoriales se interesen en mi trabajo, no estoy esperando de brazos cruzados. Me tomo mi trabajo como un juego y espero que sea así siempre.

(*)Libro álbum en la actualidad se entiende por un libro donde las ilustraciones son fundamentales para darle sentido. Es un libro que no se podría leer sin las imágenes.





¿Te gustaría volver al escenario?
- El teatro siempre me acompaña. Mi novia es actriz y nos conocimos haciendo teatro juntos. Ella decidió dedicarse en serio y yo decidí bajarme del escenario. Pero el teatro me enriquece mucho como ilustrador. Además he hecho muchos trabajos de Gráfica para obras de teatro y es una tarea que disfruto mucho. Me encanta ir a los ensayos, empaparme del clima de las obras y tratar de plasmarlo de alguna manera. Es una pena que muchos realizadores teatrales no tengan en cuenta la gráfica como parte importante de sus obras. Se genera un diálogo más que interesante entre los flayers y los programas de mano que te dan cuando vas a ver una obra y lo que ves en escena.
Este año también se pueden ver dibujos míos animados proyectados como escenografía de la obra “Quién sabe Marta” de Francisca Ure. Fue idea de ella. Me dijo si me animaba a hacer dibujos animados, y le dije “claro ¿cuándo empezamos?” y nos pusimos a trabajar. Me encantó que me llamara porque me gusta mucho cómo trabaja Francisca. Tiene mucha libertad y al mismo tiempo es muy precisa. Es una experiencia increíble ver mis dibujos “actuando” en esa obra.







Para conocer más sobre sus obras:www.dalmiro.com