Con X de Marta

Por Maximiliano de la Puente, para Leedor.com

Marta es una incógnita. Al comenzar la función no sabemos nada de ella. Durante la obra, nos irá quedando claro que existen tantas Martas como actrices haya. Y si hubiera más actrices, (o actores por qué no) haciendo de Marta, tendríamos aún más miradas. Más puntos de vista sobre la realidad, sobre el mundo, sobre las Martas. Quién es Marta. Qué es Marta. ¿Una oficinista alienada, calentona, a punto de reventar? ¿Una revolucionaria solipsista? ¿Una reina que sólo vive en su interior, alejada de todo contacto con lo real? ¿Es un pez encerrado en una pecera del tamaño de un living? Quién es Marta. Cómo es Marta. Es algo que nunca sabremos. Cómo se construye la identidad de una persona. Qué es lo que se pone en juego en su construcción. La obra reflexiona, discute, disputa, juega, se divierte con la identidad de Marta. Y al hacerlo, se pregunta por ese proceso que en todos nosotros sucede. Que a ninguno deja indiferente. Qué es ser alguien. Convertirse en alguien. Asumir, tener una identidad ante el mundo. Todos los discursos interiores de esas Martas que se exteriorizan, o mejor dicho se vomitan, hacia el exterior, hacia nosotros, no hacen más que dar cuenta de las multiplicidades que somos, de lo imposible que es, en definitiva, conocer, conocernos. Reconstituir una personalidad homogénea, coherente, única. Somos siempre tantos como queramos ser. Como nos animemos a ser. Nuestra personalidad no existe. Es pura construcción, y como tal es modificable. Es arcilla en nuestras manos. Es locura y destrucción. Y no sólo calma, responsabilidad y temor, como nos enseña desde pequeños esta castradora sociedad. Somos, podemos llegar a ser tantos otros, que habitan en cada uno de nosotros, que nos da miedo. No nos reconocemos. Al final de la obra, Marta sigue siendo una incógnita. Marta nos angustia en su alienación, en su terror, en su soledad. Marta nos angustia en sus deseos incumplidos, tan cercanos, tan parecidos a los nuestros. Como cuando nos levantamos y nos vamos sin saludar a nadie. Como cuando los demás creen que somos agradables. Pero en realidad nosotras odiamos a toda la humanidad. Marta nos divierte: porque juega, porque es libre, porque rompe los esquemas de la mediocridad de su vida. Marta, en ese sentido, nos inspira. Marta, la obra, está construida desde una libertad y un espíritu lúdico apasionante. Marta se tira a la pileta y sale más que airosa, en su estructura estallada, en su inquietante interacción entre escena y video, que multiplica aún más las opciones posibles para intentar comprender quiénes son esas Martas, en su plasticidad corporal y visual, en el tratamiento de un vestuario que sorprende a cada rato, con actrices que ocultan capas y capas de ropa (en un juego de cajas chinas, similar al de la identidad, porque… ¿qué es lo que hay debajo de todo, una vez que supuestamente han caído todas las trabas, y que hemos develado todos los misterios?). Marta juega como una nena, y al hacerlo nos devuelve por un momento la alegría, en medio de tanta alienación, tanta miseria, tanta mediocridad. Marta sigue siendo entonces, (como ahora, como siempre, como nosotros), una incógnita. Pero una de esas que vale la pena desentrañar. Aunque sepamos que eso nunca realmente llegue a suceder.

LLAMAME MARTA (Reportaje a Francisca Ure en S! de Clarín)

Sorprende que Francisca Ure (26) no se multiplique ni lleve anteojos culo de botella. No, ella no es su personaje Marta, pero reconoce tener similitudes. Hija del también dramaturgo y escritor Alberto Ure, ella estuvo arriba y abajo del escenario, actuando y dirigiendo. Pero dice que en esta obra pudo experimentar la libertad que ninguna otra le había dado antes. Todos los miércoles a las 21 en el Teatro del Abasto (Humahuaca 3549) el personaje que Francisca creó cobra vida en el escenario y se autoreproduce ante los ojos del espectador. Siete chicas con gorros, pollera larga, anteojos y sillas en sus manos hacen explotar de distintas formas la personalidad de una mujer como cualquier otra, que consigue un trabajo de oficina, que odia hablarle a la gente en el ascensor, por momentos insulta su existencia y que “se hace pis encima” cuando ve al compañero de trabajo que le gusta.
Explica que en la obra está muy presente lo audiovisual, con proyecciones de videos o de fondos en movimiento; y el vestuario, que va desde un traje de escamas de pescado hasta una mujer militar. Y dice que los elementos materiales que componen la obra son casi tan importantes como la actuación. “El espectador ve todo y se nota cuando los ensayos fueron sin vestuario o en otro escenario, es bastante forzado”.
–¿Cuánto aguantás sin celular? –Nada, de hecho me lo roban todo el tiempo o lo pierdo y apenas me doy cuenta me compro otro aunque no me de la plata para el alquiler. En los últimos tres meses tuve cuatro celulares.
–¿Cuántos temas de música llevás en tu celular? –No sé, es nuevo, me lo compré antes de ayer.
–¿El SMS más raro que hayas recibido? –Estaba llorando porque me había peleado con un novio y me llegó un mensaje que decía “Perdoname, yo también te quiero”, le contesté y me llegó otro que decía “Ay no perdón, me equivoqué de número”. Muy Marta.

Marta en la Radio

Marta estuvo en el programa de radio "El Gran Pez" de la radio Frecuencia Zero 92.5 del dial. Allí habló de todo, desde política hasta confesiones impensadas. Aquí pueden escucharla.
Por Martín Fernández Tojo
En Escena Hoy


En la ciudad de Buenos Aires hay miles de hogares de una sola persona. Entre ellos estaría el departamento de Marta, una mujer bastante neurótica, un tanto fóbica, otro tanto depresiva, pero también soñadora, decidida y guerrera. Marta, interpretada por siete actrices, vive una vida en la cual la "puta soledad" la acecha por doquier. Aburrida de la gente y hasta de sí misma consigue un trabajo que la aburre aún mas llevando la situación a una instancia en que es imperioso hacer algo.
La primera propuesta de Francisca Ure, en su rol de dramaturga y directora, tienen dos características particulares que le dan a la obra un toque singular que la mayoría de las veces juega a favor y en algunas pocas en contra. La impunidad de la directora para hacer con la escena lo que se le viene en gana suma puntos generando momentos deliciosamente sorpresivos. Por otro lado, el espíritu lúdico que recorre la puesta crea climas distendidos y sumamente divertidos que el espectador seguro disfrutará. Como contrapartida, la obra tiene unos pocos momentos en que la acción se pierde en la fantasía del personaje y deja al público a la deriva buscando una cuerda para seguir el hilo de la historia. Aún así, Quien sabe M logra con éxito meternos en el mundo de Marta y acompañarla gustosamente en ese cambio que piensa realizar. A esto se suma el hecho de que las actrices se divierten a la chancho en el escenario y eso se transmite gratamente al espectador. Casi como una performance pero hilvanada por detrás con una historia simple y contundente; la obra es absolutamente disfrutable y esperanzadamente realista.
Las siete Martas que componen al personaje juegan sus papeles con gran ductilidad, cantan, bailan y se desesperan de soledad mientras sacan constantemente nuevos juegos para ofrecer a la platea. Se destacan también la realización en video y la selección musical que completan este auspicioso arranque de Ure.
Marta, que bien podría ser cualquier mujer o cualquier hombre, piensa que un cambio radical siempre en positivo pero... ni ella lo sabe.

Una Marta, muchas Martas

por Ivana Szerman
Orilla Sur


El 16 de febrero se repuso Quién sabe Marta, de Francisca Ure. La obra en la que siete actrices son una y muchas a la vez migró del teatro Huella al Teatro del Abasto y se presenta todos los miércoles a las 21.
Marta es Marta, reza la dirección del blog de la obra. Y esa fórmula contiene una infinidad de cosas. Decir que Marta es Marta es decir que Marta es por lo menos siete Martas distintas, como los enanitos de Blanca Nieves.
Marta consigue trabajo en una oficina. Marta establece una relación con la verdulera del supermercado. Marta es cantante, es guerrillera, es reina de corazones y también un pajarito o un pez.
En el universo onírico que plantea la joven Francisca Ure, hija de Alberto Ure, una mujer solitaria y que no se relaciona con nadie atraviesa distintos estados que la llevan a la liberación. Es la cabeza de Marta, corporizada en siete jóvenes, bellas y talentosas actrices: Clarisa Hernández, Sol Tester, Cinthia Guerra, Laura Aneyva, Nadia Marchione, Luciana Sanz y María Florencia Savtchouk.
Se trata de una obra extremadamente musical, lo cual no necesariamente la hace pertenecer a ese género. En algunos tramos es más cercana a un video clip con cuerpos reales, que juega con la presencia de una enorme pantalla en la que se refleja el mundo de Marta, y con siete sillas, una para cada Marta.
Marta canta, baila y rockea, y genera un universo apto de ser atravesado un miércoles a la noche, en la mitad de la semana, y que aporta bríos para lidiar con lo que queda.
Quién sabe Marta
Miércoles 21 hs
Teatro del Abasto - Humahuaca 3549
Entradas: $35