Y más críticas...


Marta no está, Marta se fue
Por Daniel Gaguine

Marta sale a buscar trabajo. Ok, parece bastante sencillo el tema no? Pues,¡error! La vuelta de tuerca que le dio Francisca Ure a una situación sencilla tanto en la dramaturgia como en la dirección es fantástica. Aquí Marta está representada por siete mujeres diferentes pero con un vestuario sutil, que las hermana como partes de un todo. La riqueza de cada una de las Marta en sus parlamentos, con una seriedad –no solemnidad- en sus conceptos y matizada por canciones y guiños a “Alicia en el país de las Maravillas” o “Blancanieves y los siete enanitos” hacen que la vorágine de creación de sentido llegue a buen puerto. La utilización de videos y multimedia es adecuada y contundente ya sea tanto para el inicio de la puesta, ubicando al personaje central como en el acompañamiento de las situaciones planteadas por la puesta en si. Describir la calidez de las actuaciones sería redundante debido a que cada una de ellas tiene un trabajo muy elaborado y sutil en la diferenciación respecto de las Martas y que mantienen un tronco común único y excelente. La utilización del espacio es otro punto a destacar debido a la creación de varios mundos de ensueño en un lugar pequeño sin que esto se note. No vamos a contar el final pero la “moraleja” –palabra que no es de las que más me guste usar- es muy importante en tanto ser con capacidad de hacedor de su propio destino del “ser para hacer”.
“Quien sabe Marta” es una de las mejores puestas del año debido a la creación y a la inventiva de la que hace gala. Más aún, con la confianza de empezar una puesta con “Road to nowhere” de los Talking Heads. 

otra crítica más!!

Mariana Rodríguez, de soybuenosaires

Marta habla, exige, grita, ríe, se queja, se excita, odia, teme, desea, ama, sueña, llora, canta y baila…Una Marta, siete Martas. Todas juntas en una, una sola en todas ellas.
Quién sabe Marta es una invitación a penetrar en el mundo de una mujer -como vos, como yo, como todas- a través de siete monólogos desopilantes, ocurrentes y tragicómicos, excelentemente interpretados…
Marta habla, camina, salta y baila sobre una serie de ilustraciones divertidas que se proyectan sobre una pared y que por momentos se convierten en perturbadoras. Marta lleva un atuendo de “loser total” pero se transforma y se convierte en una diosa de la canción, una guerrera, una dulce y tierna conejita, un pescadito soñador, un pajarito inquieto… Marta cambia, muta, es mujer.
La muy buena elección de la música y de la iluminación mantiene un excelente ritmo durante todo el desarrollo de la obra. En más de una oportunidad me sentí tentada a hacer palmas e incluso a levantar los brazos y corear. Porque Marta es como yo, como todas las mujeres,  canta y baila coreografías… Quién sabe Marta, una obra que desnuda el complejísimo y casi-casi incomprensible mundo femenino. Yo, soy Marta. Y vos también.