Marta en Asalallena

Por Hernán Lewkowicz


Todos los sábados a la noche en un teatro de almagro regresa Marta, con sus miedos, sus inseguridades, su simpatía, su locura. Muchas Martas conviven y nos cuentan la historia de querer querer. Como en una pintura surrealista ellas se mezclan entre sí, como en un cuento de hadas viven las peores cosas y aún así intentan no perder la sonrisa. Marta quiere.

Quiere bailar, cantar, amar, vivir, viajar… Mientras tanto saluda a la verdulera, se enamora, cae por el agujero de Alicia, trabaja, intenta hacer la revolución. Muchas mujeres únicas y una única mujer. 

En un espacio reducido que se agranda gracias al aporte audiovisual, vamos recorriendo distintos escenarios. La obra tiene mucho ritmo y no deja de sorprender en ningún momento. Algunas actuaciones son muy conmovedoras y la dirección de Francisca Ure demuestra un trabajo preciso que les permite a las actrices y al público entrar en caos y poder volver. La historia se desordena a la par de las Martas que se desbordan y entran en otro terreno que no es el cotidiano. Todos los sábados regresan a su teatro para contarnos su historia.  



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