Sobre de cuántas Martas estamos hechos

Por Gabriel Peralta - Crítica Teatral


Obra con textos y dirección de Francisca Ure
La estupenda obra Quién sabe Marta, con textos y dirección de Francisca Ure, invita al espectador a pensar en no solo cuantas personalidades pueden llegar a habitar en una persona, sino que también lo pone en el aprieto de aceptar que la mayoría de las cosas que llevamos dentro, muy de vez en cuando asoman a la superficie.
Porque esta vivisección desenfadada, lúdica, irónica y con un humor (por momentos acido) que realiza Ure de Marta, permite mostrar el amplio abanico de sentires, miedos, anhelos, frustraciones y sueños que se encierran en una persona, que al corporizarlos nos da una idea de la intrincada complejidad que es un ser humano.
Lo interesante es como lo dramaturga logra encontrar el delirio desde la mas llana cotidianeidad. Y como directora es admirable como ensambla esos mundos, a través de mínimos corrimientos o, de contundentes quiebres espaciales y temporales, porque no hay que perder de vista que el espectador esta “espiando” el mundo interior de Marta, hecho de materiales tan personales como el de cualquier individuo.
Mucho tiene que ver en la creación de estos mundos personalísimos, el diseño espacial y de vestuario de Sol Soto. Ya que con el primero logra imbricar, como pocas veces, un soporte virtual en que las animaciones de Dalmiro Zantlelifer y el audiovisual de Martín Berra, se conjugan con el hecho teatral vivo, de manera de crear un universo de perfiles propios en donde se suspende todo viso realidad. En cuanto el vestuario, Soto se acopla sin cortapisas al delirio en el desdoblamiento de las diferentes Martas.
La iluminación de Omar Possemato lleva a fijar una atención puntual de lo que sucede en escena.
Las siete actrices que son Marta (en sus respectivas facetas) realizan una labor de excelencia, ya que dotan a cada una de sus Martas de características que las hacen distintas de las demás. El elenco se permite adentrarse en lo lúdico, en un registro de actuación en donde por momentos asoma un guiño grotesco.
De imperdible visión, la obra Quien sabe Marta nos permite encontrarnos con un hecho teatral en que lo lúdico chisporrotea sin tregua, sin por ello dejar de lado la reflexión.

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